Carlos Ibáñez recurre a las historias vividas en un pueblo de Orduña para constatar como fue aquella reconciliación entre los vascos. Nos ofrece, así, historia del pueblo llano y sencillo que representan el paradigma de la verdadera reconciliación: la de los hombres que son capaces de amar a sus semejantes y no la artificial reconciliación de leyes y Constituciones.