Virtanen se atiene la mayoría de las veces a la más pura ortodoxia del haiku japonés, que ha de versar sobre un tema relacionado de uno u otro modo con la naturaleza, el paso de las estaciones y la observación del mundo circundante, sin permitirse en ningún momento (o en casi ningún momento, si queremos ser exactos) a la efusión sentimental.La emoción, consustancial a la poesía, es aquí otra emoción, más cerca del ensueño que de la lágrima, de la visión de un Todo que se presta a vulnerar su fragmentarismo inicial y a brindarnos la posibilidad de integrarnos en él, en sus 17 sílabas redentoras, anonadantes, mágicas