El éxito del liberalismo es el signo inequívoco de su fracaso y sus pequeñas victorias las constatamos en los desengaños de sus resultados. El liberalismo triunfa distinguiendo y diferenciando al mismo tiempo que uniformizando, seduciendo para enmudecernos, nos hace más estatistas a la vez que más individualistas, ciudadanos y a la vez seres desarraigados. Todo es confusión. Victimismo y angustia, presentismo y fracturación. Libres y esclavos del hacer y el tener. Los hijos de la libertad es un análisis de nuestras sociedades liberales, así como del sujeto fruto de ellas, un sujeto sin armas y vagabundo. Solo en el conocimiento profundo de la persona puede radicar una auténtica esperanza, y en ese conocimiento quiere profundizar este trabajo.