Me gusta mi profesión, apoyar a las personas en
la obtención de sus objetivos. Me gusta que los
profesionales que nos dedicamos a ello lo hagamos de
la mejor manera posible y que sea desde un enfoque
humanista. En mi opinión, en coaching se pueden
distinguir tres grandes escuelas: PNLista, Ontológica y
Humanista. Desde fuera no hay diferencias aparentes,
desde dentro las diferencias son fundamentales.
Cuando me formé en PNL noté que el interés estaba en
la consecución de la meta; pareciera que los coachees
fuesen el objeto donde se aplican las herramientas. La
meta del coachee es el objetivo a cumplir. Noté que
los coachs se sentían especiales, como si fuesen los
artífices de los cambios que el coachee produce.
Cuando conocí el coaching Ontológico me gustó
inmediatamente el enfoque: el poder de la palabra
como base de los pensamientos. Sin perder el objetivo,
la orientación va hacia la persona y esto lo hace
especialmente atractivo para mí.
Para los humanistas, las personas poseen recursos
propios suficientes, pero los problemas con los que
conviven los ocultan. Como Miguel Ángel al eliminar
el mármol sobrante y liberar a David, nuestra idea
es desenterrar y permitir que estos recursos afloren.
Nuestra orientación es el fortalecimiento de la persona
durante el proceso de coaching: dotarla de autonomía
y que consiga su meta.