Carlos de Foucauld es uno de esos testigos de nuestro tiempo y modelo
para todos. Un auténtico místico, un hombre de Dios, un marabut. Cuanto
más unido a Dios, más pobre y humilde se hacía, entregándose
completamente a sus hermanos más alejados y olvidados. Hoy son miles las
personas que se inspiran y viven tal como este santo actual quiso y pensó.
Sin duda, san Carlos de Foucauld es un germen revolucionario en el seno
de la Iglesia y de la sociedad en general. «Carlos de Foucauld fue
orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con
los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. En ese
contexto expresaba sus deseos de sentir a cualquier ser humano como un
hermano, y pedía a un amigo: Ruegue a Dios para que yo sea realmente el
hermano de todos. Quería ser, en definitiva, el hermano universal. Pero
sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios
inspire ese sueño en cada uno de nosotros». (Papa Francisco)