AA.VV
«Cada vez encuentro más grupos de jóvenes resueltos y sin inhibiciones
para vivir plenamente la fe de la Iglesia y dotados de un gran impulso
misionero. La intensa vida de oración presente en estos movimientos no
implica refugiarse en el intimismo o un encerrarse en una vida privada. En
ellos se ve simplemente una catolicidad total e indivisa. La alegría de la fe
que manifiestan es algo contagioso (...).
Lo asombroso es que todo este fervor no es el resultado de planes
pastorales oficiales ni oficiosos, sino que en cierto modo aparece por
generación espontánea. La consecuencia de todo ello es que las oficinas de
programación, por más progresistas que sean, no atinan con estos
movimientos, no concuerdan con sus ideas. Surgen tensiones a la hora de
insertarlos en las actuales formas de las instituciones, pero no son tensiones
propiamente con la Iglesia jerárquica como tal.
Está forjándose una nueva generación de la Iglesia, que contemplo
esperanzado. Encuentro maravilloso que el espíritu sea, una vez más, más
poderoso que nuestros proyectos y juzgue de una manera muy distinta a
como nos imaginábamos. En este sentido, la renovación es callada, pero
avanza con eficacia. Se abandonan las formas antiguas, encalladas en su
propia contradicción y en el regusto de la negación, y está llegando lo
nuevo».