Un futuro incierto y nebuloso se cierne sobre Eduardo IV. La Casa de York
ha sido derrotada y el rey se ha exiliado en Flandes, aunque no por mucho
tiempo. El empeño por defender aquello que considera suyo lleva a Eduardo
a zarpar junto a su hermano hacia Ravenspur, el lugar donde se dejará su
destino. Un ejército diezmado y exhausto llega a la costa, a casa. Las fuerzas
escasean, y en el horizonte solo se dibuja una opción: atacar. Sin embargo,
nuevos vientos soplan no lejos de allí y el joven Enrique Tudor, convertido ya
en un hombre, será llamado a entrar en el tumultuoso curso de la historia, la
historia de la guerra de las Dos Rosas.