Texto de contracubierta
Lorenzo Tous, mallorquín, cristiano, presbítero, profesor, canónigo, maestro, luchador en la batalla por una sociedad mejor. Amigo. Sobre todo, amigo. De cuyas manos es posible beber el agua de la fidelidad, de la fe que abre espacios para la esperanza, de la caridad exquisita hija predilecta del Amor sin límites.
Una manifestación, una más, de todo cuanto acabo de decir la podréis hallar en el libro que tengo el placer de presentar. No voy a hablaros de sus contenidos. Será mucho mejor que lo leáis. Que lo leáis despacio. Como quien no tiene prisa. Porque en cada una de sus líneas podréis descubrir las semillas de cuánto ha sembrado Lorenzo. Y de este modo, gracias al milagro que todo libro produce en el lector, también llegaréis a la fusión de horizontes: tendréis un amigo más, a quien conoceréis un poco mejor. Y será una suerte. Y será una gracia. (Del prólogo de Teodoro Suau Puig)
Lorenzo Tous Massanet (Capdepera, Mallorca, 1933) es sacerdote de la Diócesis de Mallorca desde 1957. Cursó sus estudios en el Seminario de Palma de Mallorca, en la Universidad Gregoriana, en el Instituto Bíblico de Roma y en la Escuela Bíblica de Jerusalén.
Dedicó su actividad pastoral a la enseñanza en el Seminario y a los presos de la prisión de Palma. Tiene una larga experiencia en el mundo de la marginación.
Ha publicado libros de experiencias pas¬to¬rales, como Lo que esconde una semilla. Ante el dolor de los presos; de espiritualidad, como Matzoc, Diari dun pelegrí; de comentarios bíbli¬cos, como San Juan, un teólogo de hoy; de me¬mo¬rias, como Memòries gabellines. Capdepera, 1930-1950; poéticos, como El vell vident y Llavor de mostassa; y artís¬ticos, como Vitrales y rosetones de la Catedral de Mallorca, algunos de ellos publicados en Lleonard Muntaner, Editor.
Cuando escribe saca de su arcón espiritual sus ecos personales a la Palabra de Dios y las marcas que le han dejado en el alma sus años al lado de los excluidos del mundo. Con este ser¬vicio escrito a la Palabra de Dios de cada do¬mingo y sus páginas introductorias para «tem¬plar el espíritu» el lector podrá com¬pro¬barlo.