«Late en estos textos y en todo el libro el brío con que Guardini describía las diversas facetas de la
experiencia cristiana, bien inspirado siempre por su anhelada vida mística. Comprendemos lo que habrán
sido las veladas de formación que sostenía con los jóvenes en el castillo de Rothenfels, al tiempo que iba
escribiendo estos trabajos. Tenemos hoy, sin duda, libros más actualizados sobre teología y filosofía. Para
leerlos con provecho espiritual nos facilita Guardini en este libro la actitud adecuada: entusiasta, sin
fantasías; seria, sin rigidez; fiel a la rigurosidad del pensamiento, pero siempre con el corazón en la mano.
Guardini se caracterizó siempre por su «ethos de verdad», ciertamente, pero la verdad era para él algo
que da altura al sentimiento y satisface las ansias más nobles del corazón».