Con su paciencia y caridad, probadas hasta la extenuación, introdujeron el cristianismo en las selvas vírgenes de América del Norte en el siglo XVII.
Los Mártires Canadienses de la Compañía de Jesús ofrendaron su vida y su sangre por la conversión de los salvajes Hurones, una tribu india establecida en el territorio actual de Canadá.
Es una historia apenas conocida y de la que no hay bibliografía en castellano, pero que merece la pena mantener viva por su ejemplo de valor y entrega extremos.
La narración se inspira principalmente en los informes anuales y cartas de los mismos misioneros, por lo que permite conocer la vida de los ocho mártires a través de sus propias palabras.