Para quien piensa que la libertad humana es capaz de elevarse hasta lo divino, pero también puede rebajarse hasta lo infernal, la teodicea de Leibniz representa un desafío extraordinario. Los ensayos que componen este tratado ya clásico defienden que, incluso en el terreno de lo más espantoso e insalvable, ha de haber una razón suficiente para que, sabiendo Dios de antemano cuánto mal llenaría nuestro pequeño mundo, haya querido crear este infinito universo; y por tanto, si el hombre alza la mirada del espíritu a su conjunto, entiende que no cabía crear nada mejor.