Señala el autor en la presentación de la obra: "Los místicos nos enseñan a diferenciar y a no confundir "creencia en Dios" con "experiencia de Dios". El verbo latino "ex-per-iri" significa "explorar viajando", conocer algo no sólo por oídas, sino por contacto y relación personal. Experiencia de Dios es el "lugar natal de Dios", donde El va a nacer en nosotros de verdad. Es decisivo que nuestros contemporáneos, inmersos en la cultura tecno-líquida, del enjambre mediático y psicopolítico, encuentren este rostro genuino del cristianismo: la experiencia viva de un Dios Vivo y Viviente".