¿Qué interés tiene la mirada transnacional del catolicismo social y de la religiosidad proletaria? ¿Por qué relacionar experiencias católicas tan diversas como las vividas el siglo pasado en Bélgica, Portugal y España? ¿Hasta qué punto las bases de legitimación de unas dictaduras de raíz católica dejaron paso al desenganche religioso? Estas y otras preguntas fundamentan esta monografía, que contribuye a quebrar ciertos estereotipos y a forjar nuevos paradigmas. Sus páginas demuestran la importancia del catolicismo portugués como laboratorio en el contexto europeo de entreguerras, merced a su conexión con el obrerismo católico belga, del que bebió, adaptado a los intereses del corporativismo en la forja del Estado Novo. Una experiencia que definió una variante de la Acción Católica especializada que tanto influyó, una década después, en la España franquista. Una interrelación entre las dictaduras ibéricas que cuestiona otro tópico, que el nacionalcatolicismo fue una cosa española, pues tanto el salazarismo –y su prolongación, el marcelismo— como el franquismo simultanearon la reconquista religiosa con la nacional. Un libro que dibuja, en definitiva, unas sinergias y analogías históricas entre España y Portugal más profundas que las habitualmente consideradas.