"En el ejercicio de la cura de almas ocupan el primer lugar los sacerdotes diocesanos, ya que incardinados en una Iglesia particular o adscritos a ella, se consagran plenamente a su servicio para apacentar a una porción de la grey del Señor, de ahí que constituyan un solo presbitero y una sola familia, cuyo padre es el Obispo..." (Christus Dominus 28).
"Es necesario que el sacerdote tenga la conciencia de que su estar en una Iglesia particular constituye, por su propia naturaleza, un elemento calificativo para vivir una espiritualidad cristiana...el presbítero encuentra precisamente en su pertenencia y dedicación a la Iglesia particular, una fuente de significados, de criterios de discernimiento y de acción que configuran tanto su misión pastoral como su vida espiritual" (Pastores Dabo Vobis 31).