Por Pentecostés, los aposotoles percibieron un ruido como una impetuosa ráfaga de viento que llenó toda la casa en la que se encontraban (Hch 2,2). Era el vendaval de Dios. El Espíritu prometido por Jesús derramaba sobre ellos dones y carismas para el bien de la comunidad naciente. En esta obra se trata de ofrecer algunos elementos para una reflexión y una catequesis sobre los dones del Espíritu Santo. Junto a las páginas de tono académico, se incluyen algunas reflexiones orientadas a la catequesis.