Ania regresa a Argentina en representación de su familia
para despedir a su tío Agustín. Para hacerlo emprenderá
un viaje de mil quinientos kilómetros, que es también
una huida del presente hacia las fronteras difusas
de la memoria. En un cruce de temporalidades y situaciones,
los protagonistas de este libro experimentarán
la agonía de sus raíces y la sensación de verse como
extranjeros en los lugares que habitan. Pero no se trata
solo de territorios geográficos, sino también de las familias,
los afectos y las lenguas que les toca compartir.
Esta es una novela sobre el desarraigo y la pertenencia,
sobre dos países separados por una montaña, sobre la
familia, sobre las ausencias, sobre los recuerdos y las
palabras. Una narración en dos tiempos, entre los que
van asomando otros textos complementarios: entradas
de una vieja enciclopedia, novelitas de terror, manuales
de comportamiento
para migrantes, dictados dactilográficos,
fotografías a medio desteñir, cartas de un continente
a otro y decenas de archivos dispersos.