Horacio Quiroga nació en Salto (Uruguay)
	el 31 de diciembre de 1878. En su juventud viajó a París
	y participó de la vida literaria y bohemia de Montevideo, hasta
	que un desgraciado accidente -provocó la muerte de su mejor amigo
	en un duelo- le indujo a abandonar Uruguay y buscar refugio en Argentina.
	Acosado por el fantasma de la locura, comenzó entonces un largo
	peregrinaje a través de la vida y el delirio -fue colono, junto
	con Lugones, en la región selvática de Misiones, maestro,
	cultivador de algodón en el Chaco, industrial del carbón
	y funcionario del consulado uruguayo- que culminó en las primeras
	horas de la mañana del 19 de febrero de 1937 cuando, víctima
	de un cáncer incurable, se dio muerte con cianuro en la habitación
	de un hospital de Buenos Aires. Al igual que Poe,
	su maestro, Horacio Quiroga pertenece a esa clase de narradores
	cuya corriente emocional adquiere su grado de máxima tensión
	en el cuento breve «de efecto», que participa de los elementos
	característicos del cuento oral, donde la intensidad argumental
	-la capacidad de absorber la atención del lector- sigue una línea
	ascendente que se libera con el impacto final.
	 «Si se debiera juzgar el valor de los sentimientos
	por su intensidad, ninguno tan rico como el miedo», decía
	Quiroga.
	El horror que contienen los cuentos reunidos en la presente antología,
	no es un mero procedimiento mecánico descubierto en las narraciones
	de Poe y reflejado con mayor o menor fortuna verbal. Como Poe, Quiroga
	descendió a los infiernos y el horror y la crueldad se instalaron
	en su propia vida.