"Desde hace muchos años -en realidad, desde toda la vida- me dedico a los Evangelios. Pero me apresuro a decir que los Evangelios no han dejado nunca de asombrarme. Y no porque encuentre siempre en ellos algo nuevo, sino porque encuentro siempre cosas bellas, aun cuando estén repetidas. El asombro nace de la belleza, de la verdad, de la sorprendente actualidad, que vuelven a proponerte cosas que has escuchado siempre".