¿Dónde estaba Dios durante las matanzas en Auschwitz? ¿Por qué
permaneció callado? Son preguntas que reflejan el estupor del
hombre ante el sufrimiento y la injusticia, los horrores de la
guerra, las persecuciones y las calamidades naturales.
Con motivo del Jubileo de la Misericordia, y de manera incisiva
pero siempre diáfana, el autor reflexiona sobre el acercamiento
del hombre a Dios a través de la compasión. Nuestra limitación
para afrontar el dolor y las contradicciones de una realidad a
menudo cruel llevan al ser humano a la indignación frente a lo
divino. Sin embargo, la grandeza del amor a Dios y al prójimo,
manifestada en obras, únicamente puede ser expresada a través de
la justicia y el perdón.