En este ensayo el prestigioso filósofo Crosby desvela cómo
encuentra Newman el vivificante conocimiento religioso que
perseguía. Explora su concepto de «corazón» y explica a qué
se refiere Newman cuando escoge como lema cardenalicio
cor ad corloquitur (el corazón habla al corazón). Esclarece el
significado de lo que quiere decir Newman cuando habla de
que la verdad religiosa no se transmite por argumentos, sino
por «influjo personal». También se enfrenta a la consideración
personalista de Newman sobre lo que significa pensar. Pero
estos aspectos personalistas de la mente de Newman, que
le conectan con tantas corrientes del pensamiento contemporáneo,
no constituyen el entero Newman: todos ellos están
en relación con lo que el profesor Crosby denomina el radical
teocentrismo religioso del beato inglés.
Newman es un pensador moderno pero no el modernista con
el que a veces fue confundido erróneamente. La inagotable
plenitud de Newman deriva de la unión de aparentes opuestos:
su enseñanza sobre el corazón unida con el teocentrismo; de
la subjetividad de la experiencia con la objetividad de la verdad
revelada.
Crosby no escribe para especialistas, sino para un público
amplio, de manera similar a como hizo el Card. Newman.