Muchos han leído el Infierno de Dante, pero pocos su Paraíso, que, al
contrario de lo que uno podría creer, no describe una nada inmaculada. El
paraíso dantesco es más diverso y violento que su infierno. Beatriz le dice al
poeta: Si vieras mi risa, quedarías reducido a cenizas. Por eso ponemos el
paraíso en la puerta: le tenemos miedo a su alegría. Y nos fabricamos
pequeños paraísos artificiales y tranquilizadores
que acaban
convirtiéndose en infiernos. No se trata, ciertamente, de huir a un cielo
imaginario, ni de regresar a aquel paraíso terrenal que, según el Génesis, se
perdió definitivamente. A la idea de más allá muchos le oponen,
acertadamente, la exigencia de vivir aquí y ahora. Pero nunca llegan a estar
realmente en el aquí y ahora. Ahí es donde el verdadero paraíso revela su
paradoja y se defiende contra sus parodias: no es una evasión hacia el más
allá, sino la gracia desgarradora de estar presente en todos y cada uno, en
una apertura sinfónica y en una creatividad coral. Este libro es un itinerario a
través de la filosofía, la teología y las artes de Nietzsche a Bonnefoy, de
Baudelaire a Bernini, de Sade y Proust a Mozart para acercarse a lo que el
paraíso tiene de terrible y de bello: a la abertura de la beatitud. No se trata
de consolar, sino de convocar a esa alegría que debe hacernos perder toda
compostura como un payaso y destruir en nosotros todo contentamiento
como un río, que no cesa de recibirse y ofrecerse sin fin.