Occidente avanza a su decadencia. La ideología de género es: no solo tengo derecho a hacer lo que quiera, ahora tengo derecho a ser lo quiera. Y en breve los padres no podrán decidir sobre sus hijos. El estado se encargará de manipularlos para que sean peleles. Ya solo el Cristianismo es la única respuesta ante la barbarie.
El sí y el no, implica vivir en la verdad, pues hay una verdad, la que corresponde a la naturaleza de las cosas. Si hay Dios y hay Dios, las cosas tienen su ser y se deben ajustar a lo que son. En esto consiste la libertad: en poder ser lo que uno es. Pero si negamos a Dios, nada es verdadero o falso, desaparece la claridad de las cosas y todo se torna opaco y ambiguo. Es la postura del Maligno. En él no hay claridad sino ambigüedad, no hay verdad, sino mentira. Es su lenguaje: sí, pero, habrá que ver, según qué circunstancias.
Dios es claro: No matarás. El demonio es confuso: No, pero en caso de peligro para la vida de la madre, en caso de violación o malformación del feto, de un dolor insoportable, de una enfermedad incompatible con la calidad de vida
, se puede matar.
Dios es diáfano: Varón y hembra lo creó. El Maligno embrolla y desordena: hoy se puede ser hombre y mañana mujer, pues uno no sabe a ciencia cierta lo que es, o no se siente ninguna de las dos cosas. Aparece la indefinición, lo vaporoso, la tergiversación. De Dios viene la claridad y la exactitud, del Enemigo, la oscuridad y la confusión. En este último estado se encuentra envuelta la sociedad occidental, y en esta indeterminación quiere envolver al mundo entero. Ahora ya sabemos dónde tiene su origen la ideología de género y lo que se esconde detrás de ella. Nada bueno se puede esperar para la humanidad, sólo caos y destrucción: los objetivos del Enemigo que odia al ser humano.