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Si la teología es hablar de Dios, conjugando la búsqueda y el anhelo del hombre con la palabra y la revelación de Dios, el tratado sobre el misterio trinitario constituye su centro y fundamento. Pero no se trata de hablar de un dios cualquiera, ni siquiera de él como Misterio sin más, sino del Dios que se ha revelado en su Hijo y se nos ha dado en el Espíritu.