Nos encontramos en medio del tiempo navideño. La gran solemnidad que nos ha precedido como una
estrella luminosa en el oscuro cielo nocturno del adviento ha pasado, quizás para algunos de nosotros,
demasiado deprisa. No ha permanecido en silencio como la estrella sobre el pesebre de Belén
Resulta
ciertamente consolador que la Iglesia tenga en cuenta, al igual que una buena madre, la debilidad de sus
hijos y que haya previsto un buen número de semanas para el tiempo natalicio. Así se puede aún
recuperar algo de lo que se ha perdido; e incluso para hoy no se me ocurre nada mejor que el que
permanezcamos un poco en silencio y volvamos la mirada a las semanas pasadas (Edtih Stein).