Muchos aún consideran Suecia como un país socialista, sensual,
secular, secularizado. Es cierto que, de sus diez millones de
habitantes, pocos de ellos expresan una creencia firme, pero hasta el
comienzo del tercer milenio Suecia ha sido un estado confesional,
luterano. En años recientes se ha producido un giro inesperado en la
religiosidad sueca, en creciente diálogo con los católicos. Los autores
nos narran su camino hasta la total conversión al catolicismo.