DOÑORO DE LOS RÍOS, IGNACIO MARÍA
Ignacio significa «hombre que nació del fuego»; Ignacio María quiere decir
«nacido del fuego de María». La Virgen María es la que dirige toda la historia
de amor del Hogar Nazaret, que nació en el mismo Corazón de Jesús, quien
está reclamando una humanidad nueva y proclamando que los más pequeños y
los más destrozados son sus preferidos. Fue Jesús quien dijo que son
bienaventurados los que lloran, los que sufren, los que tienen hambre y sed de
justicia
«Por eso», dice el padre Doñoro, «que los pobres se dejen cuidar,
servir y amar no solamente merece todo nuestro respeto, sino además un
inmenso agradecimiento, porque los pobres nos llevan al cielo. A ellos hemos
de acercarnos casi de rodillas, con sumo cuidado, casi con veneración,
agradeciéndoles que se despojen de lo poco que tienen, que es el dolor, para
revestirse de la verdad». Quien levanta una obra como el Hogar Nazaret en
pleno Amazonas no puede ser esclavo del miedo, sí del amor. Un amor que no
se detiene ante nada y ante nadie más que Dios, que por amor ha querido
hacerse insignificante y no solo acostarse en un pesebre maloliente, sino
dejarse tumbar en una cruz y volverse tan pequeño que hasta podemos
metérnoslo en la boca y comérnoslo. Sí, hablamos de Jesús, que multiplicó los
panes y los peces, el mismo que transformó el agua en vino, el mismo que curó
los ojos de los ciegos y las llagas de los leprosos. A día de hoy, ese mismo
Jesús sigue curando y su cuidado se hace especialmente patente en los niños
que llegan cargando con su cruz al Hogar Nazaret, donde Él les está
esperando con los brazos abiertos para devolverles lo que era suyo y que nadie
debió haberles quitado jamás: la alegría de vivir.