Floribert Bwana Chui, joven cristiano de la República Democrática del Congo, fue asesinado a los 26 años en Goma por rechazar un acto de corrupción que perjudicaría a los pobres. Miembro de la Comunidad de SantEgidio, vivió con firmeza el Evangelio, optando por la honestidad, el servicio y la paz en un entorno marcado por la injusticia. Su resistencia en nombre de Jesús demuestra que vivir sin corrupción y no ser corrompido es posible y necesario. Repetía con convicción: «Nadie es tan pobre como para no poder ayudar a otro pobre». El papa Francisco, en un encuentro con jóvenes en Kinsasa, afirmó: «Recuerdo el testimonio de un joven como ustedes, Floribert Bwana Chui [...], como cristiano, rezó, pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la suciedad de la corrupción. Esto significa mantener las manos limpias, mientras que las manos que trafican con dinero se manchan de sangre. Si alguno te intentara sobornar, te prometiera favores y riquezas, no caigas en la trampa, no dejes que te engañen, no permitas que te engulla la ciénaga del mal».