Fue en un apartamento lúgubre de Vanves, durante su
exilio francés, donde Tsvietáieva escribió el presente
texto, que relata el encuentro de la pequeña Marina con
el diablo en la habitación de su hermana, donde se refugiaba
para leer libros prohibidos. Con una prosa burlona,
ora exaltada, ora gélida, pero siempre hechizante,
la poeta relata el despertar de su fascinación por las palabras,
encarnadas en la figura del diablo, que su implacable
mirada transforma en una criatura tan temible
como seductora. Una extraordinaria evocación lírica de
la infancia y de la gestación de un genio literario irrepetible.