Frente a una realidad marcada por el miedo, la falta
de confianza en el futuro, el terrorismo, la angustia y
la desorientación, el autor propone un mensaje que
infunde esperanza y alegría: el mensaje de Jesús.
Con mucho sentido del humor, Radcliffe trata
de salir de la imagen que muchos tienen de una
iglesia en la que los «ancianos vestidos de manera
rara dicen a la gente cómo tiene que comportarse
en la cama» y presenta una iglesia orientada por
un mensaje que conecta con los deseos más
profundos de amor y felicidad. La esencia del libro
es este anuncio del evangelio, su resonar, con toda
su frescura, como hace dos mil años.