Juan, era grande y robusto. El otro, Nicomedes, pequeño y delgado como un ratoncito. Además, eran amigos entre sí, y no parecía que tuvieran ninguna ocupación especial. Aquello no podía ser normal. El policía Vitín comenzó a investigar
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información