En torno a las cenizas del abuelo, que van a reposar para siempre bajo el agua, dieciséis personas reconstruyen la historia de su familia a la vez que las suyas propias. Desde la abuela a la nieta más pequeña, desde el recuerdo de la aldea en la que los mayores nacieron y se criaron antes de verse obligados a abandonarla ante su destrucción inminente a las historias y sentimientos de los más jóvenes, el relato discurre como un flujo sucesivo de conciencia, como un caleidoscopio existencial y poliédrico al que la superficie del agua sirve de espejo.