Desde el principio, el cristianismo ha tenido una relación
difícil con el mundo del dinero. Sus teólogos, filósofos y economistas
ejercieron una influencia considerable en el surgimiento
y desarrollo de los sistemas financieros que ayudaron a desencadenar
una revolución en la forma en que el mundo piensa y
usa el capital.
En Dios y el Dinero, Samuel Gregg subraya las diferentes
formas en que los cristianos han ayudado a desarrollar las instituciones
financieras y bancarias que han permitido durante
siglos escapar de la pobreza,
Asimismo, Gregg también evalúa el funcionamiento, y las fallas
de las finanzas y la banca moderna. Lejos de estar condenadas
a producir inestabilidad económica, y crisis periódicas, el
autor muestra la forma en que la fe y la razón pueden moldear
las prácticas financieras y las instituciones bancarias de manera
que se restaure la integridad de las mismas y contribuyan al bien
social.