Querido Diego:
(...) Siempre he creído que el «celo
apostólico» es la gran gracia del Espíritu
a la Iglesia y a sus pastores: la de
salir con coraje a la calle, a las periferias,
donde tantos hermanos necesitan
experimentar la alegría del Evangelio,
que Dios es Padre Misericordioso y que
de verdad no quiere que se le pierda ni
uno solo de sus pequeñitos.
Que «Las diez cosas» puedan hacer
el bien y el Señor lo multiplique, suscitando
nuevas vocaciones sacerdotales
en medio de su pueblo, que hambrea
pastores que lo cuiden y lo sanen, que
lo alimenten, lo consuelen y conduzcan
por los caminos del Espíritu.
(De la carta de agradecimiento del
papa Francisco al autor).