En estas páginas encontrarás breves y sencillas reflexiones para cada día
de la Cuaresma. La oración diaria comienza con la lectura del evangelio,
seguida de tres puntos de meditación y una invitación concreta para la
oración. Día a día vamos caminando en esta transformación de la ceniza al
agua. Las meditaciones pueden servir para tu oración personal y también
para la oración familiar al caer la tarde, antes o después de cenar. Llega la
Cuaresma, y con ella la penitencia, y la ceniza sobre nuestras cabezas. A
menudo, la Cuaresma se nos atraganta. Nos parece un tiempo triste y
aburrido. ¡Que pase lo antes posible! Pero, ¿qué significa la Cuaresma?
Comenzamos con la ceniza, cierto, pero caminamos hacia el agua de la
Pascua. En estos cuarenta días se nos invita a la conversión del corazón, a
reconocer nuestra pobreza y dejar que el Espíritu nos transforme. De la
ceniza del miércoles al agua viva de la Vigilia Pascual. El protagonista de la
Cuaresma es el Espíritu que nos va guiando, como guió a Jesús. Él nos va
transformando por dentro: De barro a hombre, y de hombre a Dios. Es
tiempo de divinización, tiempo de esperanza. Descubrimos nuestra verdad y
nos ponemos en camino, siguiendo a Aquel que nos amó y se entregó por
nosotros. Por eso, como decía san Juan Pablo II, la Cuaresma es una
llamada sistemática a esta alegría: a la alegría que fructifica por el esfuerzo
del descubrimiento de sí mismo con paciencia (28 de febrero de 1979).