algunos con rasgos autobiográficos, va emergiendo de la pluma de
Carlos Diaz un cuadro de actitudes profundas ante los retos de la
existencia, un cuadro al que conviene ese verdadero titulo y honra
del hombre: formar parte de los anawim, de los pobres de Yahvé».
Como afirma nuestro autor, desde el Dios Amor queda
absolutamente fundada la dignidad humana. Esta dignidad se
revela en el corazón de estas páginas en la búsqueda de la verdad,
en el hacer frente a todo pesimismo, en la gloria del ser
perseguidos, en la fe... Desde la convicción de que negar a Dios
supone negar al hombre, y de que negando al hombre se niega a
Dios, Carlos Diaz se confronta tanto con ideologías destructoras,
con las vigentes y groseras idolatrías, como con algunas falsas
espiritualidades que encierran al hombre sobre si y le alejan de sus
hermanos, del amor y del dolor que supone este amor. La fidelidad,
que es riesgo y humildad, la libertad, el bien y el mal, destilan por
estas páginas en un llamamiento acuciante al amor, una llamada
que, al fin, se resume en este programa total de vida: si puedes
curar, cura; si no puedes curar, calma, y si no puedes calmar,
consuela... Es decir, ama siempre. Pues eres primeramente un
amado.
Para la presentación de este libro, portador apretado de tantas y
tan diversas referencias, hemos elegido una estampa que
condensa la verdad del hombre como anawim: el encuentro de
Jesús con Zaqueo... un milagro, un amor gratuito e inesperado que,
recibido humildemente y con asombro, realiza lo impensable, ayer y
hoy: un rico rapaz... que descubre esa gratuidad y entonces, en un
vuelco de su corazón, restituye y comparte y encuentra la alegría.