El sentido de la muerte entre los menores, nos recuerda el autor, se va modificando con la edad y nunca es el mismo que se tiene en la edad adulta. Boris Cyrulnik no postula una sola motivación para explicar esta dolorosa problemática, sino que aplica un enfoque en el que integra diversos factores, como las transformaciones en la civilización, con los flujos migratorios y sus consecuencias de desarraigo en los más jóvenes. También tienen que ver los cambios sociales que debilitan los vínculos de apego y empobrecen el nicho afectivo del menor.