Puedo dar testimonio de la benevolencia de Bertrand Révillion. Aquí la conversación se hace
intercambio, en la medida de lo posible instructivo y nos remonta lejos de la superficialidad de las cosas.
Por paradójico que parezca, al elevarnos, alcanzamos también la anchura y en consecuencia la
profundidad de las cosas. Las personalidades que vas a encontrar, querido lector, en este libro, son
extremadamente diversas por sus orígenes, su trayectoria humana y sus preguntas a cerca de Dios. Este
es también el papel de un diácono -¡o de un periodista!-, o el de un barquero que nos ayuda a pasar a la
otra orilla del río (Patrick Poivre dArvor).