No siempre encontramos las palabras adecuadas. En ocasiones éstas se desvanecen antes de llegar. Se produce entonces una sensaci n inc moda de incomunicaci n. Lamentamos no haber sido capaces de verbalizar lo que pensamos o sentimos. Todos necesitamos de alguien que nos hable, que nos abrace, que nos descubra. Convivir y compartir sin apenas decirnos nada acaba por impedir los sueños y los deseos que nos completan en compañía del otro.