Hace cien años la Virgen María se apareció a tres pastorcitos (Lucia,
Francisco y Jacinta) en Fátima, un pequeño pueblo de Portugal.
Les pidió que rezaran mucho y que ofrecieran sacrificios por la conversión
de los pecadores. Aquello fue una caricia de nuestra Señora
que tiene que animarnos a quererla más, a intentar ser mejores hijos
suyos y a procurar hacer muy felices a los que nos rodean.