La preparación técnica y la actitud humana de los médicos, las enfermeras y los demás sanitarios son esenciales para que podamos superar los momento de crisis que conlleva la enfermedad, sintiéndonos bien estudiados, entendidos, arropados y en ocasiones consolados, o, por el contrario, tratados de forma deshumanizada, aunque técnicamente la atención haya sido adecuada.