GARCÍA PAREDES, JOSÉ CRISTO REY
No hay mayor dignidad para un ser humano que ser cómplice del Espíritu. Que alguien sea escogido para entrar en las corrientes del Espíritu creador y recreador excede cualquier sueño o pretensión. El Espíritu emerge por doquier. El es el alma de la Iglesia y agente principal de la misión. Desde esta perspectiva hemos de enfocar nuestra visión. El cambio de paradigma en la teología de la misión es cada día más evidente. La misión del Espíritu -la Missio Dei- reconfigura nuestra comprensión del mundo y de la Iglesia. "La misión es una; los ministerios, múltiples" (AA2). Podemos decir: "La misión del Espíritu es una sola; cómplices del Espíritu somos muchas personas.Se hace necesaria una auténtica "conversión misionera" que afecte a personas, estructuras e instituciones, para que el Espíritu pueda contar con nuestra complicidad para llevar su misión adelante. Se trata de ceder el paso y no entorpecer la acción de quien es el verdadero protagonista de la misión: el Espíritu Santo.