Conservar los recuerdos es conservar lo que ha dado sentido
a nuestra existencia, pero, a veces, por una enfermedad como
el Alzheimer o por algún trauma psíquico o físico, notamos que
nuestros recuerdos se desvanecen y que aquello que tanto queríamos
se nos hace ajeno.
Si hacemos un rápido paseo por nuestro pasado, veremos que los
recuerdos que se mantienen más vivos en nosotros son aquellos
que estuvieron vestidos, para bien o para mal, con buenas dosis
de sensaciones, bien sea por emociones o por que la circunstancia
era más de sentir que de pensar.
El autor nos invita a jugar con una serie de sensojuegos que nos
ayudarán a vestir con sensaciones todas nuestras experiencias
pasadas y presentes, con el fin de que nuestro cerebro refuerce el
archivo de cada vivencia con dichas sensaciones y así su recuerdo
se mantenga más vivo en el tiempo.
Los sensojuegos están ordenados para que estimulen y vistan con
sensaciones todos nuestros niveles de relación: los que tenemos
con nosotros mismos, los que mantenemos con los demás y los
que nos refleja y expresa nuestro entorno natural.