Una espléndida colección de doce cuentos de
exquisita factura, con una gran agudeza en la
observación de los personajes.
En 1985, en plena madurez literaria, Margaret Atwood reunió una
espléndida colección de cuentos en un volumen titulado Chicas
bailarinas . Se trata de doce piezas de exquisita factura, donde la
autora utiliza sabiamente todas las perspectivas, modulaciones y
técnicas hasta alcanzar auténticas joyas, entre cuyos rasgos
cabe destacar la agudeza y finura de la observación de los
personajes -mujeres embarazadas, estudiantes, periodistas,
granjeras, ornitólogos, exesposas y amantes adolescentes-, la
perfección de los tonos -lírico, coloquial, distanciado,
circunspecto, cómico- y la destreza de las resoluciones, que no
ceden nunca a soluciones fáciles.