Charles de Gaulle fue un hombre cuya talla y valía se agrandan con el paso del tiempo y los estudios que
se le dedican. Militar por vocación y, a la vez, pensador sistemático y riguroso, fue un hombre de acción,
protagonista de hechos difíciles de compaginar, como criticar la mala dirección de la guerra sin perder
su fe en el ejército, colaborar con el héroe más valorado de su tiempo y disentir de él, pensar la política de
defensa en contra de la corriente dominante y, lo más sorprendente: declararse el auténtico representante
de Francia frente a su Gobierno cuando este decidió rendirse a los ejércitos de Hitler en 1940. Ese acto de
rebeldía, que tuvo éxito contra todo pronóstico, marcó toda su vida, pero no fue una excepción. De Gaulle fue
un gran inconformista, un permanente crítico en busca de nuevas soluciones. Su decepción por la marcha de
la política tras la Segunda Guerra Mundial le llevó a formular propuestas alternativas cuando Francia volvió
a estar al borde de la guerra civil en 1958 a causa de Argelia. Él volvió a ser la solución que evitó una nueva
derrota, esta vez de la convivencia, y se convirtió en el modelador y primer presidente de la V República hoy
vigente.
Nunca le faltaron opositores y críticos. De Gaulle luchó continuamente por convencer a los demás de
aquello que a él le había convencido. Su vida fue un ejemplo de lo que signifi ca hacer Política con mayúsculas.