Este libro es un instrumento para adentrarnos en las profundidades de la
celebración en y del tiempo ordinario. Descubrir sus riquezas, pararnos a
contemplarlas y apropiárnoslas para poder pasar de lo visible a lo invisible,
de este complejo entretejido de gestos y palabras que conforma toda
celebración a vislumbrar, con el auxilio del Espíritu, el rostro del Padre que
se refleja en el Hijo. El tiempo ordinario evidencia abierta y rotundamente la
razón última por la que la Iglesia no ha dejado de reunirse cada domingo
desde sus orígenes más remotos. No hay vida cristiana, no hay Iglesia sin
domingo.