El Año de la fe es el programa pastoral que el papa brinda a todas las Iglesias diseminadas por el mundo, pero con una atención primordial a la cansada fe del llamado Primer Mundo. Cansancio que, de un modo particular, afecta a sus pastores. Pero también su magisterio ha abierto una hoja de ruta para navegar en estos momentos de cierta zozobra y oscuridad. Cinco capítulos abarca esta reflexión: en el primero, mediante el icono del lago, describimos el oscurecimiento y debilitamiento de la fe en este tiempo de inclemencia; en el segundo hacemos la propuesta central: cómo fortalecer la fe del pastor para alentar la fe del rebaño; en el tercero bebemos en la fuente inagotable de la vida teologal, para exigir coherencia entre la fe y la vida: la fe se explicita en una vida moral acorde con la caridad; en el cuarto reflexionamos sobre la fe y la fidelidad, reclamando, desde una libertad bien entendida, la perseverancia en la vocación; en el último capítulo invocamos, para una sociedad desvalida y herida, acreditar nuestra a fe por el ejercicio de una misericordia que sana.