VÁZQUEZ CERMEÑO, HORACIO JESÚS
He puesto en este cuenco de barro de mis meditaciones, las bendiciones que Dios derram sobre su creación y que los cristianos prodigamos como manifestación de amor a nuestros semejantes, y los cánticos más inspirados de patriarcas, reyes, poetas y gentes sencillas de toda condición que caminaron en su presencia, y bebieron del manantial inagotable de su misericordia, y en fin, las oraciones más fervorosas y eficaces que fueron escuchadas en el silencio eterno del Padre Creador, y que su mismo Espíritu comunicó a los hombres con el grito esperanzado de los profetas, que desde hace miles de años y de modo insistente, nos convocan a la adoración del Dios Unico y Verdadero.