Al elegir la vulnerabilidad como tema de la reflexión sobre lo humano, la filosofía quiere ser terapéutica, inquisitiva y exploradora. Heredera de una tradición de racionalidad, la critica a la vez que la valora, pero sin cesar de confrontar la condición humana, ambivalente por su potencial de creatividad y autodestrucción. Capaz de preguntar siempre más allá de lo que puede responder, el animal vulnerable es un animal hermenéutico: nunca cree haber alcanzado la cima, pero no desiste de trepar.