Rezar el Credo es manifestar pública y verbalmente la fe que está arraigada en el corazón. La confesión pública fortalece y ratifica la fe que da sentido a la vida. Así, la fe, celebración tras celebración, se va testimoniando y robusteciendo, de forma que vaya poco a poco informando toda la existencia. Así llegaremos a ser hombres y mujeres de fe, como deseaba el beato G. J. Chaminade, fundador de la familia marianista, de forma que "caminemos el resto de nuestra vida por los hermosos caminos de la fe, no actuemos sino por la fe, ni vivamos sino de la fe". Las páginas que siguen pretenden ofrecer una ayuda para expresar, interiorizar y vivir la fe. Quieren ser una herramienta más para celebrar el año de la fe al que nos convoca Benedicto XVI con ocasión del cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. Ojalá ayuden a amar lo que se cree y a creer lo que se ama, y así crecer en una fe alegre, vivida, capaz de asumir riesgos y de impregnar tu existencia.