En el verano de 1706, lo impensable se había tornado en realidad. Madrid estaba ocupada por las tropas del archiduque Carlos, proclamado ya como Carlos III. Mientras tanto, Felipe V, de campamento en campamento, esperaba los refuerzos provenientes de Francia, y rogaba fidelidad a los reinos de Andalucía. La Corona de Aragón se había perdido, y la situación en la Corona de Castilla era muy delicada. La guerra parecía haber alcanzado un punto de no retorno. Un año después, la situación no podía ser más diferente: en el verano de 1707 las tropas borbónicas avanzaban sobre Lérida tras ocupar Zaragoza y hacerse con el control del valle del Ebro, y sitiaban las últimas plazas archiducales del reino de Valencia, con el territorio austracista limitado a Cataluña. En este cambio de tornas fue decisiva la batalla de Almansa, acontecida el 25 de abril de ese año, un choque que cambió el curso de la Guerra de Sucesión española. ¿Cómo fue posible tan espectacular giro de los acontecimientos? ¿Por qué el ejército borbónico fue tan superior en la batalla de Almansa? ¿Qué factores estratégicos, pero también políticos, econó